Teoria Holografica, el modelo holografico del mundo
Dra. Diana Carballo, Dra. Lorna Sosa, Dra. Julia Forestiero
En el presente trabajo profundizamos el estudio del microsistema de la cabeza, sus relaciones con el SNC y sus aplicaciones terapéuticas; partiendo de lo particular a lo general, incorporamos esta representación a la de la totalidad de los microsistemas conocidos, como expresión de la teoría holográfica.
Sabemos que el estado actual de los conocimientos sobre este tema supera el trabajo que presentamos, pero también que para la gran mayoría de nosotros, puede ser un primer acercamiento a él. Por eso queremos compartirlo, esperando que les genere el mismo interés y entusiasmo que tuvimos a medida que tomamos conciencia de las interrelaciones e interdependencias que existen entre todos los campos de la ciencia.
OBJETIVOS
1. Estudio de las localizaciones del Microsistema de la Cabeza, indicaciones y formas terapéuticas.
2. Actualización de la fisioanatomía del S.N.C.
3. Análisis del modelo holográfico como sustento teórico.
4. Presentación de algunas observaciones clínicas.
HAGAMOS UN POCO DE HISTORIA...
El Prof. Yunpeng Fang del Hospital de Medicina Tradicional China de Xian es el primero en describir en 1958 los puntos o áreas del microsistema de la cabeza; en los años 70 se difunde el tratamiento mediante el mismo a partir de la iniciativa de Shunfa Jiao de la provincia de Shanxi, quien explica la existencia de este microsistema relacionándolo con la teoría de los puntos Mo o de alarma.
Los puntos Mo son lugares de convergencia de la energía de los órganos y de los meridianos, y se sitúan topográficamente cercanos a los órganos a los cuales corresponden.
Las bases del microsistema de la cabeza surgen de la combinación de los conceptos que nos ofrece la MTCH y del conocimiento de la fisioanatomía cerebral.
Sin embargo, la existencia de múltiples microsistemas en diferentes partes del cuerpo y la percepción del organismo como un microcosmos que forma parte del macrocosmos, se fue desarrollando a través del tiempo hasta llegar a nuestros días en que la física moderna ha propuesto un nuevo modelo del universo que viene a constituirse en fundamento teórico de los microsistemas.
Hablamos del modelo holográfico del universo.
¿Qué es y en qué se basa este modelo? La holografía, como la fotografía es una técnica que produce una imagen en una película. Pero mientras la fotografía crea una imagen bidimensional del objeto, la holografía produce una imagen tridimensional, que se llama holograma. En la película holográfica no se registra la imagen del objeto holografiado, sino la figura de interferencia generada por un haz de referencia y la luz reflejada por el objeto. Cuando esta película es atravesada por un haz de luz coherente, como el rayo láser, produce una imagen tridimensional, que se proyecta a cierta distancia de ella.
Si rompemos una película holográfica en pequeños trozos, podremos ver la imagen completa en cada uno de ellos.
Fue Denis Gabor quien en 1947, empleando el cálculo diferencial e integral que von Leibnitz había descubierto en 1714, describió la posible fotografía tridimensional, la holografía. El desarrollo de la técnica de ese momento no permitió la construcción del holograma, así que años más tarde, en 1965, Emmett Leith y Juris Upatniks, construyeron hologramas con el rayo láser recientemente inventado.
En 1969 el neurofisiólogo Karl Pribram, profesor de neurociencias de la Universidad de Stanford, propuso un modelo holográfico para los procesos cerebrales y para la estructura profunda del cerebro. A partir de ese momento, ha demostrado que las estructuras del cerebro perciben mediante un sofisticado análisis matemático de frecuencias temporales y espaciales. Esa información codificada se distribuye, igual que en el holograma, a través de todo el sistema de manera que cada fragmento contiene la información del todo.
En 1971 el físico David Bohm, propuso la organización holográfica del universo, en donde la realidad habitual sería una manifestación secundaria, ilusoria, creada por nuestros sentidos, de una matriz subyacente, verdadera.
Llamó a aquella el aspecto desplegado, y a ésta el aspecto plegado de la realidad.
Karl Pribram y David Bohm son los padres de un nuevo paradigma, que abarca amplias áreas del conocimiento.
Veamos con mayor detenimiento las posturas de cada uno de ellos.
Pribram describe los procesos cerebrales de construcción de la realidad, implicados hasta cuando las percepciones parecen inmediatas. Un ejemplo de la vida cotidiana lo constituye la percepción acústica tridimensional de música estereofónica de alta fidelidad. Sabemos que las fuentes del sonido son los parlantes pero si ajustamos las relaciones fásicas entre las ondas acústicas generadas por cada uno de ellos, podemos retirar el sonido de las dos fuentes y llevarlo entre los parlantes o enfrente de ellos.
Nuestros oídos y vía acústica, reconstruyen el sonido en un lugar en el que sabemos es incapaz de producirlo. En este caso podríamos preguntarnos: ¿Cuál es la realidad? ¿La apariencia percibida o lo que la produce? La mayoría de los físicos, dirían que la realidad es el sonido que reproduce el aparato y no la percepción que de él tenemos.
A primera vista, podríamos pensar que las percepciones son propiedades que surgen de la interacción del cerebro con el universo físico, así como gran parte de las fuerzas de gravedad y electromagnéticas son interacciones entre objetos materiales y partículas, sin embargo, una mirada más profunda a estas ideas nos permite dar otra explicación: las observaciones y percepciones son fenómenos mentales. De ahí que las propiedades fundamentales del universo sean tal vez mentales y no materiales.
Tenemos entonces dos enfoques básicos opuestos:
1) El cerebro construye propiedades mentales al organizar el input procedente del mundo físico tal como se obtiene a través de los sentidos.
2) Las propiedades mentales son los principios organizadores omnipresentes del universo, que incluye al cerebro.
Esta segunda afirmación es la que sostiene el nuevo paradigma.
Hasta hace poco los científicos del cerebro no podían concebir ningún mecanismo que, teniendo en cuenta su anatomía y fisiología, pudiera explicar porqué, el lesionar o seccionar un trozo de tejido cerebral no elimina ningún recuerdo especial ni conjunto de recuerdos.
En efecto, el proceso de recordar puede perturbarse en forma global, pero nunca se pierde una sola huella de memoria de alguna experiencia particular mientras se retiene todo lo recordable.
Estos fenómenos, hicieron pensar en que el input sensorial se disemina y produce una memoria distribuida.
Ahora hay un modelo que explica este mecanismo, que se basa en que la noción con que trabaja la conciencia no se almacena en ningún lugar especial sino más bien por todo el cerebro o por extensas áreas del mismo, y cada vez que la información se utiliza, se hace una selección recogiéndola de todas partes.
La memoria podría estar almacenada en anillos de circuitos que giran entre ciertas células, y dejan una especie de deformación plástica del cerebro, así que cuando se les vuelve a proporcionar energía a estos anillos se evoca un patrón semejante al que los produjo.
Si nuestro cerebro se asemejara a una cámara fotográfica, el registro de un objeto, estaría focalizado en una sola célula. Sin embargo, el objeto es analizado en muchos aspectos diferentes, y cada uno de ellos produce una deformación plástica en todo el cerebro. Para recobrarla, esta información debe recogerse también de todo el cerebro.
En este sentido el cerebro se comporta como un holograma, en donde cada una de sus partes contiene información sobre la imagen completa. Lo característico del holograma es que si se ilumina una parte de él se obtiene información de la imagen completa, pero menos detallada y desde menos ángulos. Así sucede también con el cerebro.
Para David Bohm, el mundo también estaría estructurado sobre los mismos principios del holograma.
Veamos esto.
En el orden cartesiano, los cuerpos están separados unos de otros y solo guardan entre ellos relaciones de contigüidad. El campo continuo de la teoría de la relatividad (Einstein) es todavía el modelo cartesiano, pues todas las conexiones son contiguas, es decir que el campo conecta solamente con elementos de campo muy próximos a él, tanto en el espacio como en el tiempo; o sea que no tiene conexión directa con elementos distantes. Esto no es así en el orden plegado.
Para explicar el orden plegado, Bohm se vale de un aparato consistente en dos cilindros concéntricos de vidrio, con un líquido muy viscoso, glicerina por ejemplo, entre ambos. Si se echa una gotita de tinta insoluble en ese líquido y se hacen girar los cilindros lentamente, la gotita se absorberá en una hebra invisible. Si se vuelven a su posición anterior, ella volverá a ser visible de repente.
Dice entonces que la hebra estaba "envuelta" lo mismo que "el huevo en el pastel." No se puede desplegar el huevo del pastel, pero sí se puede desplegar en este caso la hebra, haciendo girar lentamente los cilindros, hacia la posición original debido a que no hay difusión. Ahora pensemos en varias gotitas, cada una de ellas distribuidas por la glicerina mediante diferente número de vueltas a saber: n veces, y luego otra 2n veces y una tercera 3n veces, y así sucesivamente, cada una de ellas se distribuye en el todo pero además se interpenetran entre sí. Cuando giramos la máquina hacia atrás, si se hace a una velocidad suficiente de manera que supere la resolución del ojo humano, se irán desenrollando sucesivamente unas y otras de manera que nuestros sentidos interpretarán como imagen verdadera a la sucesión de posiciones de las diferentes gotitas, como si todas ellas fueran la misma gota en diferentes posiciones. A esto DB llama holomovimiento. Esta descripción es esencialmente diferente de la cartesiana.
En la descripción cartesiana, la partícula existe y su esencia se traslada en el espacio y el tiempo. En el modelo holográfico, es el todo el que se manifiesta, ya que la partícula es el todo, y ella se manifiesta de forma que puede ser percibida por el ser humano tal como está estructurado, cuando traspasa el umbral de nuestra percepción. O sea que todo el orden plegado no puede manifestarse, sino sólo algún aspecto suyo. Cuando este orden plegado es llevado al aspecto manifiesto, tenemos una percepción.
Según Bohm, el modelo holográfico difiere de los anteriores, en que en él no solo siempre se trata con el todo como lo hace la teoría de los campos sino que además, las conexiones del todo no tienen nada que ver con la localidad en el espacio y el tiempo, sino con una cualidad totalmente distinta que llama PLEGAMIENTO.
Sus relaciones tienen que ver con el grado de implicación, y no con el espacio y el tiempo.
Aunando las ideas de P y B podemos decir que:
Nuestros cerebros construyen matemáticamente la realidad concreta, al interpretar frecuencias de otra dimensión, una esfera de realidad primaria significativa, pautada, que trasciende el espacio y el tiempo.
El cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico.
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