lunes, 13 de diciembre de 2010

La conquista y la salud de los pueblos originarios

La conquista y la salud de los pueblos originarios

Para entender el concepto de salud en la cultura mapuche, es necesario conocer el sentido de reciprocidad; La persona como parte de un todo. Como parte mismo de la naturaleza.

La cosmovisión o forma de entender la vida del pueblo mapuche, nos enseña que el territorio que habitamos es un ser vio. Y como todo ser vivo posee un espíritu y ese espíritu se interrelaciona con todos los demás seres vivos que lo habitan. Entre ellos el ser humano.

Cuando la persona es desarraigada de ese espacio territorial, se produce un quiebre, un desequilibrio espiritual que casi siempre desencadena en una enfermedad en quienes sufren ese desarraigo.

Desde nuestra cultura aprendemos que las mayorías de las enfermedades comienzan por el espíritu. Cuando experimentamos un desequilibrio emocional, nuestro eje espiritual produce una alteración y esta se refleja en nuestro cuerpo como una enfermedad física.

En nuestra forma de entender la salud, el kume kalen o estar bien. Se logra estando bien con el todo, no transgrediendo las normas de la naturaleza. La Ad Mapu.

No transgredir las normas naturales de convivencia. La Ad Mongen.

Conocer y participar de las ceremonias de nuestra espiritualidad. En ellas encontramos la fuerza y el eje espiritual para lograr armonizarnos con el todo.

Con esos principios, la cuestión de salud y enfermedad es casi una cuestión de elección de cada persona.

Por eso nuestro sistema de salud, al contrario del concepto de salud occidental, se basa en no enfermarse y no en como curarse.

En nuestro sistema de salud no existe el lucro por los medicamentos. La naturaleza no cobra patentes por ayudarnos a tener una vida sana. De manera tal que no hay laboratorio esperando que nos enfermemos para poder ganar dinero.

Siempre se ha oído hablar que antes de la conquista los pueblos eran sanos. Es verdad, pero la posterior enfermedad no se trata solo de los contagios experimentados al entrar en contacto con agentes extraños a nuestro aparato inmunológico. Los pueblos eran sanos por que no enfermaban. Por que vivían el Kume Kalen, vivían en armonía con la naturaleza y todo su entorno. Comían sano, bebían agua sana.

Cuando llega la conquista esa armonía terminó. Hubo que prepararse para la guerra, para defender el territorio usurpado, ese territorio que es parte y no propiedad nuestra. Todo nuestro eje espiritual, nuestra armonía, nuestras normas de convivencia se vio alterada.

Derrotados militarmente, corridos de nuestro territorio. Forzados luego a un cambio sistemático de vida. Forzados a cambiar nuestro idioma, que no es solo un instrumento de comunicación sino es el sonido de la tierra, el idioma que habla también nuestro territorio. Obligados por la Constitución Nacional a ser convertidos al catolicismo. Prohibiendo las ceremonias de nuestra espiritualidad que nos armonizan con el todo. Obligados a desarticular nuestro sistema social comunitario y transformándonos en ciudadanos individuales de una nueva nación. Con otros símbolos inculcados en las colonizadoras escuelas… Nuestro sistema de salud se vio terriblemente modificado. Pasamos a ser dependiente de vacunas, obligados a curarnos en hospitales con otra medicina. Nuestros agentes de salud fueron perseguidos y encarcelados por “ejercicio ilegal de la medicina” cuando ellos nos ayudaron a llevar una vida sana por miles de años.

Las consecuencia en nuestra salud luego de la conquista del continente y la posterior creación del Estado Argentino pueden calificarse de nefastas. Y esas consecuencias continúan hoy, a través de la supresión de identidades.

A través del cambio de hábito alimenticio, producto de la transculturación.

A través de los continuos bombardeos con productos químicos en los alimentos y en el medioambiente.

A través de la contaminación y el mal vivir.

Lamentablemente en este mal sistema de vida que nos propone el mundo “civilizado” mal podemos hablar de sistema de salud, sino de parches medicamentosos al sistema de enfermedad. Al que paradójicamente el mismo “civilizador” está también expuesto.

Juan Carlos Corón

Equipo de Educación Intercultural

PU KIMELTUCHEFE